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Democratización tecnológica, un puente a la inclusión

Por: Dolores San Pelegrini  |  Miércoles 22 de Septiembre de 2021

Pensar y proyectar la educación fuera de la pandemia.



Indiscutidamente la pandemia ha esbozado un mundo fluctuante, que ha tenido que transformarse casi de manera inconsciente ante el cambio abrupto que implicó la aparición del coronavirus. La educación, caminando a la par de la transformación, situó a la tecnología en el centro de la discusión. Claro está, en este contexto, que las y los estudiantes no han podido avanzar con su trayecto educativo, durante este período, no han contado con un dispositivo tecnológico. La pregunta, luego de un año y medio de pandemia, está orientada a proyectar y pensar el mundo educativo por fuera de la realidad actual: ¿la tecnología logrará acompañar una educación inclusiva? Cuáles son las contradicciones, o los huecos que la tecnología no logra llegar.

Carolina Muñoz es profesora de inglés y maestra de grado, quien fue considerada como una de las cincuenta mejores del mundo durante el 2020 en el Global Teacher Prize (Santiago del Estero). Ella bien considera que en tiempos de aislamiento, la tecnología ha podido paliar las distancias, afirma que “no es la solución” definitiva. “Nosotros los docentes sabemos que la escuela no puede seguir recibiendo más a los chicos y enfrentarlos a una pizarra tiza, cuando afuera son capaces de manipular distintos dispositivos tecnológicos, y tienen acceso a diversa información”, argumenta quien logró llevar, pese a todos los obstáculos, el servidor de Internet a una escuela de Santiago del Estero. Sin embargo, entiende que aún existen muchos desafíos por asumir. 




Por otra parte, el rol del Estado se torna crucial, dado que las políticas públicas pueden fomentar, en mayor o menor medida, la facilitación de recursos para la práctica tecnológica. En esta línea, Muñoz entiende que el Gobierno “ha impulsado distintas líneas de acción para eliminar la brecha tecnológica”, pero insiste en que se trata de una “responsabilidad compartida”. Y en este momento recuerda su historia. En el 2018, las posibilidades de contar con servicio de Internet de forma gratuita en su aula eran nulas. No obstante, confeccionó su propuesta y desde el servidor de la ciudad, decidieron otorgarle la extensión de la red. Hasta el día de hoy continúa siendo la única aula con Internet de toda la escuela. “Siempre hablo de un principio y un fin a través de mi experiencia; cuando incorporé la tecnología a mi aula, hablo del fin de la maestra tradicional y el principio de una maestra aggiornada”, agrega quien también fue declarada ciudadana ilustre de la ciudad de Bandera. Carolina estableció como un hecho vital que sus estudiantes ingresaran a un lugar que “esté preparado para recibirlos y para contenerlos”. El objetivo es que “nadie salga vacío” de su clase.



En 2015 la docente fue quien dio origen a un proyecto al que después nombró “E-Class Evolution”. Al identificar cierta desmotivación en sus alumnos, los encuestó para saber cuáles eran realmente sus inquietudes de aprendizaje. Dejando de lado el pizarrón tradicional, optó por incorporar un proyector digital -interactivo-, un parlante, y así su enseñanza mutó con miras a un nuevo mundo. Se modificó la forma de enseñar, y también de aprender. “Desde mi humilde opinión, considero que el sistema tradicional de enseñanza ha comenzado un proceso de extinción casi inminente”, advierte.

En muchas oportunidades recuerda que las personas del Interior no tienen acceso a “otras cosas que las personas de la Capital sí”. Por eso su propósito fue, es y continuará siendo, “que no haya un desfase tan distinto” entre quienes viven en distintos contextos. Entonces la democratización tecnológica “no es la única solución”, pero sí “parte” de ella: empoderar al estudiante, nutrirlo de herramientas y avanzar hacia un trabajo colaborativo.
 

El proceso tecnológico que apuesta a la igualdad de géneros: educar a las niñas para ser valientes


Gustavo Calderón es Ingeniero en Tecnologías Electrónicas por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (México). También es Máster en Ciencia, de la Universidad Cote D´Azur de Niza (Francia). Fue reconocido por la Varkey Foundation como uno de los cincuenta mejores maestros del mundo, y nominado al Global Teacher Prize, mejor conocido como “premio Nobel de Educación”. Actualmente trabaja a nivel internacional en iniciativas para el desarrollo y la integración de la inteligencia artificial y otras tecnologías emergentes en educación. Comprende a la tecnología desde un ámbito muy diferente, no solamente como un sinónimo de conexión e inclusión, sino también como materializadora de la brecha de géneros. 

“Específicamente la ciencia, ingeniería y tecnología, son áreas que representan una brecha de género enorme y este es un problema que existe a nivel global”, explica Calderón. Además argumenta que, al estar inmersos en la cuarta revolución industrial, la oferta laboral es mucha y “lo que viene, a partir de estas necesidades de desarrollo, generará todavía mayores oportunidades”. Y en esto, ¿qué rol juegan las mujeres? Aún existen “muchas ideas preconcebidas” en torno a la participación de las mujeres en estas disciplinas y es un grave problema a nivel mundial que “se acentúa más en países como los nuestros, en la región latinoamericana”. El maestro remarca que una de las problemáticas vigentes es que educamos a las niñas para ser “perfectas”, y “no para ser valientes y tomar riesgos”. 



Calderón es el líder del Laboratorio Social Maker STEAM, un programa que tiene como principal horizonte educativo el acercamiento a las nuevas habilidades que exige el siglo XXI. Así asisten alumnas, quienes luego enseñan en escuelas públicas acerca de las competencias necesarias para enfrentar desafíos tecnológicos. “No hemos diseñado el proyecto Maker STEAM solo para generar científicas, ingenieras, para entrar en una competitividad, sino que más allá de eso, entendemos que las necesidades del mundo actual, en el que estamos viviendo, demandas creativas, líderes, que sepan de las tecnologías emergentes, y que conozcan los tamaños de los retos que vamos a enfrentar”, añade. Porque la importancia radica en que más mujeres se puedan sumar a la exploración de estas áreas, por eso se torna sustancial que la escuela promueva estos espacios y posibilidades, para que las y los jóvenes “se enamoren de la curiosidad y de la capacidad”. “Y con ello podamos formar a las mujeres que necesita esta región y este país, para transformar la sociedad”, asevera. Entonces el rol docente es sustancial, ya que son quienes pueden encargarse de garantizar esa equidad de oportunidades, desde cosas tan simples como quién toma las decisiones en un equipo, quién ejerce liderazgo y quién “puede agarrar una sierra”.

De todas maneras coincide con Muñoz en que la tecnología “nunca irá al centro del proceso de enseñanza-aprendizaje”. Es una herramienta que “nos puede ayudar a potenciar” dicho suceso. En esta línea subraya la necesidad de trazar estrategias que convenzan acerca de la “relevancia” de incluir la tecnología en el aula y de “darle a cada quien la responsabilidad que le toca dentro de este proceso de integración”.

“Definitivamente la democratización tecnológica o el fácil acceso a ciertos medios, tecnologías, herramientas, habrá de ser una herramienta para garantizar sociedades más justas, que promuevan la misma cantidad de oportunidades, independientemente de la preparación de las personas, de sus ingresos”. Pero, para realmente asegurar el desarrollo personal y profesional de todas las personas, el más urgente desafío es la igualdad, y que los derechos básicos de la humanidad no sean solo privilegios. 

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