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Discusión en torno a la educación rural

Por: EDUCREAR  |  Miércoles 20 de Octubre de 2021

Una de las aristas del sistema educativo resistió el impacto de la pandemia y resulta vital plantear las problemáticas que atraviesa para así encontrar las soluciones.



El ámbito rural representa una condición de crecimiento económico para los países, pero sigue siendo un tema descuidado a nivel mundial debido a las características estructurales que presentan las regiones rurales. Baja densidad, dispersión poblacional, grandes distancias entre centros poblados, carencia de infraestructuras básicas, mayores costos per cápita para proveer servicios y un sesgo respecto a las políticas implementadas por los estados nacionales.

La llegada de la pandemia por COVID-19 generó que las dificultades que existían en el ámbito rural se agudizaran. La falta de elementos tecnológicos para mantener las clases y la débil conexión a internet con la que cuentan los establecimientos son algunas de las problemáticas que sufrieron en un año complicado.

Para acceder a una primera aproximación a la dimensión del sistema educativo argentino en el ámbito rural, se presentan a continuación datos cuantitativos relativos a cantidad de establecimientos y unidades educativas, las alumnas y alumnos que a ellas asisten y la cantidad de cargos docentes. Según el Anuario Estadístico 2019 existen 18.997 entre el nivel inicial (6.617), primario (9.881) y secundario (1.992).



¿A qué nos referimos cuando hablamos de “lo rural”? En Argentina se utiliza desde 1914 de forma oficial un criterio estrictamente demográfico como todo aquel espacio social que tenga hasta 2000 habitantes. 

Respecto a los modelos de organización que corresponde a cada nivel podemos diferenciar que el Inicial cuenta con jardines rurales, salas anexas, multiedad, maestras itirinantes y plurigrados de primer ciclo.

Con respecto al Nivel Primario, la matrícula determina las dimensiones de la planta funcional de la escuela como pueden ser: instituciones con un único docente, plantas bi o tridocentes, plantas completas o albergues. Es importante entender que los territorios tienen un período especial con respecto a las características geográficas de modo que los estudiantes cursan de septiembre a mayo o de febrero a noviembre y a las formas de organización diseñadas en localidades con poblaciones dispersas en escuelas de alta montaña o zonas de isla.

Por último, el caso del Nivel Secundario, ante la imposibilidad de dar lugar a escuelas de planta completa, los modelos de organización ofrecen alternativas como: Ciclos básicos de la ES localizados en escuelas primarias con formatos de itinerancia de los docentes de secundaria, escuelas de alternancia, residencias anexas para albergar a estudiantes distantes, secundarias mediadas por tecnologías, aulas anexas a secundarias urbanas o rurales más numerosas. 

Cabe mencionar creaciones de escuelas multinivel para reunir en un establecimiento a los estudiantes en el recorrido completo por su trayectoria escolar mediante la oferta de los tres niveles obligatorios en la misma institución a cargo de un director.

A las escuelas referidas asisten un total de 947.779 niñas, niños, adolescentes y jóvenes en las modalidades de educación común (899.510), educación especial (2.294) y educación de jóvenes y adultos (45.975).

Ante la mencionada diversidad de situaciones y localizaciones no es posible establecer una forma homogénea de respuesta a la pandemia o a la situación pos-pandemia. 

Cada escuela ha estado sujeta a las definiciones locales en función de las condiciones epidemiológicas de la localidad de referencia. 

Incluso hay escuelas rurales que no han suspendido la asistencia diaria a clases presenciales, sobre todo cuando el docente habita la misma localidad de la escuela y se trata de zonas dispersas y aisladas. En tales casos el aislamiento se ha constituido en resguardo epidemiológico. Otras situaciones en cambio se han visto complejizadas por la distancia a la escuela de la vivienda del docente.


 

Crear una red


Durante 2006 un pequeño grupo de personas movilizados por el hecho de aunar esfuerzos desde todos los sectores rurales para constituir la Fundación Red Comunidades Rurales. Su foco está en poner en común recursos, talentos y capacidades a fin de acompañar el desarrollo individual, familiar y comunitario en aquellos lugares en donde es más urgente y prioritario.

Actualmente cuentan con más de 50.000 colaboradores a lo largo de Argentina y numerosos países del mundo que impulsan el desarrollo y las oportunidades de pobladores rurales en situación de riesgo o exclusión social.

“Nos situamos como una organización para aunar los esfuerzos públicos y privados, pensando en que la diversidad cultural de nuestro país tiene un potencial enorme por el que la mejora en las condiciones de vida de las comunidades rurales impactará en cada pueblo y pequeña ciudad de Argentina”, explica Patricio Sutton, Director Ejecutivo de la Red de Comunidades Rurales.

Conformar redes y trabajar junto a docentes en lugares remotos de nuestro país implica un gran esfuerzo. También planificar y actuar junto a otras organizaciones sociales, instituciones y organismos internacionales. Argentina precisa con urgencia hacer visibles tanto las buenas experiencias educativas como las asignaturas pendientes.

En la ruralidad conviven diversidad de culturas que confluyen en el ámbito educativo. Allí es donde resulta vital entender que el desarrollo humano además atañe una educación que cultive la mirada sobre distintas visiones, que entienda que la ruralidad es diversa y que ese diferencial permite construir un país sano y rico en ámbitos materiales como inmateriales.

La pandemia de COVID-19 nos situó en el lugar de replantear cómo y hacia dónde queremos que se encamine la educación. Para eso es importante generar nodos de acceso al desarrollo de una educación de alta calidad con buena conectividad con formación de docentes y equipos de trabajo que acompañen el desarrollo comunitario. “Resulta vital que aparte de la educación secundaria obligatoria haya una posibilidad real de acceso a una educación agrotécnica o técnica y generar oportunidades a las mujeres durante su educación”, afirma Sutton.


 

Reordenar las necesidades


En Chile, existen 3.317 escuelas que educan aproximadamente 200 mil estudiantes. Los establecimientos rurales tienen diversas particularidades, que hacen el trabajo de profesores y directivos desafiante. Si una sala en un colegio de la ciudad tiene que responder a diferentes realidades, de niños de una misma edad y de contexto más o menos parecido, esto se multiplica en un colegio rural, donde en una misma sala hay niños que cursan diferentes niveles, y de las más diversas realidades.

La escuela rural es en muchos casos la conexión que tienen los niños y sus familias con el mundo que les rodea, es la que facilita que alumnos conozcan el mundo. Así los más de 26 mil profesores que trabajan en este sector educacional, se transforman en personas trascendentales en la vida de los niños y jóvenes.

El Estudio “Impacto del COVID-19 en los resultados de aprendizaje y escolaridad en Chile” realizado por el Ministerio de Educación y el Banco Mundial releva que los estudiantes perderían, en promedio, un 88% de los aprendizajes durante todo el año escolar. Sin embargo, una dimensión que no fue considerada es la ruralidad del establecimiento y esta variable es clave para diferenciar el efecto del cierre de las escuelas. Antes de la pandemia, los estudiantes rurales estaban en una situación de desventaja frente a sus pares urbanos, y el cierre de las escuelas sólo va a aumentar y profundizar esas desigualdades.

Eligio Salamanca ganó la primera versión del premio que busca reconocer el trabajo que realizan los docentes día a día. Para él, la sala de clases no es el único ambiente en que se puede evaluar y lograr aprendizaje significativo. Este profesor enseña en una escuela rural unidocente en la localidad de Quelhue, ubicada en la Araucanía al sur de Chile.

Estudió en un galpón que fue transformado en una sala de clases en la zona rural de Pucón. El entorno en que creció lo marcó, por lo que decidió nunca abandonar Quelhue. Desde ahí, trabaja para cambiar la vida y el futuro de los/as niños/as; usando la ruralidad, el entorno natural y las costumbres indígenas como herramienta de enseñanza.



Sus clases en Quelhue comienzan con lectura todos los días, pero de lo que sus alumnos quieran. Luego vienen Matemáticas, Ciencias e Historia. Pero no todo es teoría, ya que encontró un método para lograr que sus alumnos/as apliquen todo lo aprendido: un huerto.

“Nadie aprende en un vacío cultural. Uno vincula lo desconocido con lo que uno conoce, por lo que el contexto es la base para instalar cualquier aprendizaje. El entorno cultural y familiar influye no solo en el capital de conocimiento sino en los intereses y expectativas para desarrollarse”, explica el profesor Eligio, nominado por la Fundación Varkey al Global Teacher Prize.

Con simples tareas, lo complicado de la vida cotidiana como por ejemplo las compras, se vuelve un entretenido juego. La colaboración entre estudiantes de distintos niveles, ponerle precio a las distintas frutas y verduras, sumar cuánta cantidad hay de cada fruta, son algunas de las estrategias que Eligio ha logrado perfeccionar con el tiempo.

El último año se generó que los sistemas educativos deban adaptarse e incluir el uso de nuevas tecnologías o plataformas digitales que les permitan adquirir los conocimientos y no recortar sus estudios.

“Las conectividades a las tecnologías de educación son precarias. Hay una falta de equipamiento suficiente y estable, que resultan importante para continuar los estudios. En un mundo globalizado es necesario estar interconectado”, afirma Salamanca.



La escuela es el primer espacio de socialización de niños, niñas y jóvenes después de su familia. Allí no solo adquieren conocimientos, habilidades e incorporan actitudes, también aprenden a convivir con otros y a ser parte de la sociedad. En los sectores rurales, las escuelas son, además, un espacio de encuentro para la comunidad y para el desarrollo de la cultura y tradiciones locales.

Por ello es que resulta importante comprender que se debe fortalecer aún más los procesos de aprendizaje y las condiciones para el desarrollo humano de las personas que viven en contextos de ruralidad. Así es que, direccionando los recursos adecuados, los países lograran mejores niveles de inclusión social y de bienestar humano, junto al crecimiento económico.
 

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