En una época donde la escuela secundaria buscaba resignificar su identidad,
la E.E.S.O. Nº 213 de San Carlos Centro (Santa Fe) encontró en el arte una forma de construir comunidad. Así nació, en 2009, El Musical de la 213:
un proyecto educativo interdisciplinario que une música, teatro, tecnología, plástica, literatura y educación física para
dar voz a las adolescencias y derribar estigmas sociales.
La iniciativa surgió como respuesta a un contexto difícil. La escuela, por entonces conocida como “la de Comercio”, era vista desde el exterior con prejuicios. Frente a esa mirada, un grupo de docentes decidió apostar al
arte como lenguaje de inclusión, identidad y transformación. Con el tiempo, lo que comenzó como una experiencia artística puntual se transformó en un
proyecto institucional sostenido y reconocido, símbolo del compromiso educativo y del poder del trabajo colectivo.
Un proyecto educativo que crece cada año
Desde la primera obra, Drácula, hasta la actual Charly y la fábrica de chocolates (2025), el musical se renueva cada año con una propuesta diferente, creada íntegramente por la comunidad educativa.
En el camino, pasaron por el escenario títulos como
El Principitx, Romeo y Julieta: de aquel amor de música ligera, Escuela de Arte o Alicia: ¿en qué país?. Cada edición propone una reflexión sobre la identidad, la diversidad y los desafíos de los jóvenes, haciendo del arte una herramienta de pensamiento crítico y participación.
El proyecto se sostiene en una organización rigurosa que involucra a todas las áreas curriculares.
Los estudiantes elaboran el guion en talleres de escritura junto a docentes de
Lengua, Ciencias Sociales y Teatro; las áreas de
Plástica y Tecnología se encargan del vestuario y la escenografía;
Educación Física y Música diseñan coreografías y arreglos; mientras
Matemática e Informática aportan mediciones, cálculos y edición de sonido.
Cada año, el proceso culmina en octubre con
ensayos, montaje y tres funciones abiertas al público, financiadas de manera autogestiva mediante un bono contribución. Todo se realiza dentro del horario escolar, lo que refuerza el sentido de pertenencia y la participación real de los 440 estudiantes de la institución.
Participación de estudiantes, docentes y comunidad
Uno de los mayores logros del proyecto es el
nivel de compromiso colectivo que genera. Docentes, asistentes escolares, administrativos, familias y estudiantes trabajan con un mismo objetivo: construir una producción artística que represente a todos.
Cada grupo de alumnos se apropia de una escena, la diseña, la ensaya y la interpreta. En el detrás de escena, los docentes acompañan la creación, el maquillaje, la iluminación y el montaje.
La escuela aprendió que el
trabajo colaborativo no se impone: se construye desde la escucha, el respeto por la diversidad y la convicción de que cada disciplina aporta un saber necesario. Así, el musical se convierte en un espacio de aprendizaje integral donde los jóvenes desarrollan
habilidades artísticas, sociales y emocionales: expresan sentimientos, gestionan emociones y fortalecen su autoestima.
Los docentes destacan que el arte, lejos de ser solo una materia, es un modo de conocer el mundo y de transformarlo. En palabras del equipo institucional,
“el arte no juzga: revela y transforma lo que llevamos dentro”.
Impacto educativo y social
En 16 años,
El Musical de la 213 logró
modificar la percepción social sobre la escuela. De ser una institución estigmatizada pasó a ser reconocida por su innovación educativa y su aporte cultural a la ciudad. La matrícula escolar creció de manera sostenida, y muchas familias eligen hoy la escuela por la posibilidad de que sus hijos participen en el proyecto.
El impacto trasciende las aulas. Desde 2011, la institución mantiene un
proyecto interinstitucional de inclusión con la Escuela Especial Lina Beck Bernard N° 2040, integrando a estudiantes con discapacidad en las producciones. Además, otras escuelas de la zona se acercan para conocer la experiencia y replicarla.
El crecimiento del proyecto impulsó una transformación aún mayor: la creación de una
orientación en Arte – Teatro, aprobada en 2024, que amplía las oportunidades formativas para los jóvenes de San Carlos Centro y la región.
El Musical también llevó a la escuela a nuevos espacios: en 2025 fue seleccionado para la
instancia nacional de la Feria de Ciencias, donde se valoró su enfoque interdisciplinario y su impacto comunitario.
El Musical de la 213 demuestra que
la innovación educativa no siempre requiere tecnología o grandes recursos, sino convicción, comunidad y propósito. Con cada obra, la escuela reafirma que el arte puede ser un camino de aprendizaje, inclusión y esperanza.
Lo que comenzó como una defensa frente a los prejuicios se convirtió en una historia de transformación colectiva. En el escenario, los estudiantes descubren que la escuela también es el lugar donde es posible ser.
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