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La educación emocional y su influencia en el ámbito educativo

Por: Toni García Arias  |  Viernes 19 de Noviembre de 2021

¿Cuál es la importancia de la educación emocional? El debate sobre el trabajo de la educación emocional dentro de las aulas trae defensores y detractores.



EDUCACIÓN EMOCIONAL EN LAS AULAS: A FAVOR Y EN CONTRA


En los últimos años se ha producido un arduo debate entre los defensores de trabajar la educación emocional dentro de las aulas y sus detractores. Sin embargo, este debate no es nuevo. Desde hace siglos, cientos de filósofos han hablado y debatido sobre el enfrentamiento entre la razón y la emoción y su importancia en la actitud, la moral y la toma de decisiones. 

En lo que respecta puramente al debate educativo, por resumirlo de un modo representativo, podemos decir que existen cuatro posturas fundamentales: Hoy en día, gracias a la ciencia, la influencia que la emoción tiene en los diferentes ámbitos de la vida del ser humano, también en el aprendizaje, está demostrado. A través de diferentes estudios donde se analiza la segregación de hormonas y neurohormonas y de las áreas cerebrales estimuladas, se ha podido comprobar la implicación que la emotividad tiene en el proceso de aprendizaje de las personas. A fin de cuentas, la inteligencia emocional no es más que la habilidad para mezclar al mismo tiempo las herramientas de la razón y los componentes de la emotividad las cuales se encuentran en el cerebro. 

Cualquiera que niegue esta realidad, está negando la realidad del propio aprendizaje. Sin embargo, otra cosa bien distinta es el debate de si se debe enseñar educación emocional en el aula o no.


 

LA GRAN FALSEDAD DE LA EDUCACIÓN EMOCIONAL


Para comenzar, empecemos por destapar las grandes mentiras de la educación emocional y que, por contraposición, lleva a muchas personas a negar su existencia o eficacia. Si yo le dijera a una persona que solo con desearlo mucho puede correr los 100 metros lisos en menos de 10 segundos como si fuese el mismísimo Usain Bolt, seguramente la gran mayoría de las personas me tacharían de loco o irresponsable. Sin embargo, si le dijera a una persona que con desearlo mucho puede ser médico o piloto de avión o bombero, seguramente muchos me dirían que soy un tipo maravilloso y súper motivador. 

Si atendemos puramente al primer enunciado, podemos decir que, sin entrenamiento, constancia, sacrificio, espíritu de superación, automotivación, autoconfianza y otro sin fin de habilidades y cualidades más, es imposible que alguien se convierta en campeón del mundo de 100 metros lisos por mucho que lo desee, y a cualquier persona que quiera dedicarse al mundo del atletismo le advertiríamos sobre estos aspectos. Sin embargo, con el segundo enunciado no sucede lo mismo. Si alguien nos dice “quiero ser piloto de aviones” o “quiero ser bombero” o “quiero aprobar unas oposiciones” lo primero que le diremos es que claro que sí, que, si lo desea realmente, si lo desea con todas sus fuerzas, lo puede conseguir, porque todos podemos conseguir nuestros sueños y nuestras metas si lo deseamos con fuerza. Curiosamente, no le advertimos de la importancia del entrenamiento, de la constancia, del sacrificio, del espíritu de superación, de la automotivación, de la autoconfianza, de las lágrimas, del dolor…basta con desearlo o soñarlo para que podamos conseguirlo.


 

PENSAMIENTO POSITIVO, SÍ; PERO CON REALISMO


En la última década, el pensamiento positivo ha invadido no solo los escaparates de las tiendas, las librerías y las portadas de las agendas, sino también las corrientes pedagógicas y psicológicas más actuales. La educación emocional se ha convertido así en la gran esperanza para solucionar nuestros miedos y nuestras frustraciones ante un mundo convulso e incierto. Gracias a la inteligencia emocional, cualquier obstáculo se convierte en mínimo y todo lo que deseemos estará a nuestro alcance. Sin embargo, con este enfoque totalmente erróneo y desvirtuado, lo que provocan en el individuo no es, curiosamente, la felicidad o la consecución del sueño particular, sino la frustración. Y es que no podemos enseñar como ejemplo de la consecución de un sueño la foto de Rafa Nadal logrando su 13º título de Roland Garros sin advertir de las lesiones, de las lágrimas, de las largas tardes de entrenamiento o del enorme sacrificio personal que todo ello conlleva.
 

LA IMPORTANCIA DE LA FORMACIÓN 


Debido a la “moda” de la educación emocional, miles de docentes se han lanzado en los últimos años a trabajar el mindfulness, la meditación o el yoga en sus aulas. Y se han lanzado sin la preparación y la formación suficiente. Los aspectos relacionados con la emotividad en los menores son tremendamente complejos, por lo que cualquiera que quiera abrir esa puerta debe tener una formación muy sólida para no generar más daño que beneficio Trabajar la gestión de las emociones, la frustración, la motivación, los celos, la envidia, el miedo a la vida, la ansiedad, los problemas relacionales, el miedo al fracaso, la autoexigencia no se logra con llevar a cabo tres sesiones de meditación y leer dos cuentos; hay que internarse en la parte más profunda, oculta y visceral del ser humano, algo para lo que debemos estar bien preparados.

GANAR CUANDO TIENES TODAS LAS DE PERDER


Imaginemos esta situación. Hemos tenido un día duro. Estamos en el gimnasio, pero nos sentimos sin fuerza. Llevamos media hora en la bicicleta estática y nos sentimos completamente agotados, con ganas de regresar a casa y tumbarnos en el sillón frente a la tele. Y, de repente, suena por los altavoces una canción que nos gusta muchísimo; una de nuestras canciones favoritas de la adolescencia. Comenzamos a recordar. Y, entonces, nuestro ritmo de pedalada aumenta, nos sentimos más fuertes, más vitales; de alguna manera, el cansancio, al fin, parece haber desaparecido.

La emoción causada por una canción puede alterar nuestro estado de ánimo y, con ello, nuestra fuerza. Una persona puede multiplicar su fuerza si la persona que está atrapada bajo un derrumbamiento es un familiar querido y no un desconocido. La motivación extra puede hacer que un equipo de fútbol o de baloncesto muy inferior le gane al mejor equipo del mundo. Y todo ello, además de al deporte, también lo podemos aplicar a la educación.
 

EDUCACIÓN EMOCIONAL EN LAS AULAS


Para educar a nuestros alumnos, debemos meter en sus mochilas de la vida las mejores herramientas posibles para poder enfrentarse a un mundo complejo. Y, dentro de esa mochila, además de los contenidos propios de las áreas (Lengua, Matemáticas, Ciencias, etc.), también está la gestión y la regulación de sus propias emociones; esas emociones que influyen en la voluntad, la motivación, el interés, la responsabilidad o la constancia y que condicionan incluso la capacidad y el talento. Esta gestión y regulación emocional hará que, al enfrentarse a diferentes situaciones, nuestro alumno tenga mayores posibilidades de éxito. También el éxito en el ámbito educativo, que es lo que a los docentes más nos preocupa: Y esa es, precisamente, la razón fundamental para integrar la educación emocional como una parte más de los aprendizajes. 

Para ello, sin embargo, no hace falta introducir la educación emocional como una asignatura más dentro del currículo, sino que basta con enseñar a gestionar y regular las emociones a medida que van surgiendo conflictos o intereses; ya sea en debates, en asambleas o en tutorías destinadas a tal efecto. Esto no es muy diferente a lo que ya hacemos todos los docentes cuando intervenimos en un conflicto entre alumnos, o cuando motivamos, o cuando le decimos a un alumno que respire y se tranquilice, o cuando damos una charla sobre la importancia de la responsabilidad con las tareas del colegio. La única -e importante- diferencia es que ahora existen infinidad de recursos, de actividades y de documentos que hace que todo ello podamos aplicarlo con mayor conocimiento y de manera sistemática. Sin duda, esa educación emocional no solucionará todos los problemas, pero, sin duda, ayudará en buena medida a mejorar los resultados. 

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