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"Miradas al Cielo" convierte el cielo cotidiano en aula de astronomía

Por: EDUCREAR  |  Miércoles 3 de Diciembre de 2025

Con veinte años de trayectoria y más de 8.000 participantes anuales, Miradas al Cielo impulsa la astronomía observacional en escuelas y comunidades de Río Negro.



Una intuición pedagógica que abrió un camino es hoy uno de los motores de uno de los programas de astronomía educativa más influyentes del país. Miradas al Cielo nació en 2005 a partir de una observación simple dentro del aula. Su director, el profesor Diego Galperin, notaba que solo una parte de su clase atendía a temas de física, pero que el interés se multiplicaba cuando aparecía un relato o concepto vinculado a la astronomía observacional. “La atención pasaba del 30% al 90%. Ahí entendí que la astronomía podía ser una puerta de acceso a las ciencias”, recuerda.

Ese año, el Instituto de Formación Docente de El Bolsón (IFDC) presentó el proyecto “El observatorio astronómico escolar” en una convocatoria del Ministerio de Educación de la Nación para mejorar la escuela media. El equipo fue seleccionado y comenzó a trabajar con un objetivo claro: recuperar la costumbre de mirar el cielo para hacerse preguntas y buscar explicaciones.

Finalizada la financiación inicial en 2007, el equipo decidió continuar la iniciativa y darle identidad propia con un nuevo nombre: Miradas al Cielo. El proyecto creció, se consolidó y, en 2014, se extendió a la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN), que en 2021 lo declaró Programa de Extensión Universitaria, reconociendo su impacto social y educativo en la región.



Una forma distinta de enseñar astronomía


La misión del programa se sostiene desde el comienzo: acercar la astronomía a jóvenes y adultos a través de propuestas que vinculen conocimiento científico con la observación directa del entorno celeste. Esto se concreta en talleres, materiales educativos, proyectos escolares, charlas públicas, cursos docentes, funciones de planetario móvil, encuentros masivos y observaciones a simple vista.

Uno de sus rasgos más distintivos es el enfoque topocéntrico, una manera de explicar los fenómenos astronómicos desde la perspectiva del observador en la superficie terrestre. No se trata de imaginarse fuera del planeta mirando órbitas, sino de comprender el movimiento del Sol, la Luna y los planetas tal como los vemos todos los días en el cielo. Este enfoque, validado por investigaciones del equipo, ya fue incorporado a los diseños curriculares de nivel primario en Río Negro y en la Ciudad de Buenos Aires.

El programa busca además corregir creencias extendidas que suelen persistir hasta la secundaria: que el Sol sale siempre por el mismo lugar, que la Luna se ve todas las noches o que los planetas solo pueden observarse con telescopio. “No tiene sentido explicar galaxias lejanas si no sabemos por dónde saldrá el Sol mañana”, señala Galperin, subrayando la importancia de partir del cielo cotidiano.

El trabajo horizontal y el crecimiento del Grupo Osiris

La dinámica del programa se sustenta en un trabajo horizontal entre docentes y estudiantes. En ese marco nació el Grupo Astronómico Osiris, un espacio de educación no formal creado hace veinte años en El Bolsón. Cada viernes, estudiantes de secundaria se reúnen para realizar juegos científicos, armar telescopios, analizar noticias astronómicas, practicar talleres para escuelas y producir contenido audiovisual para redes.

La experiencia se expandió en 2014 con la creación de un segundo Grupo Osiris en Bariloche. Y en 2023 se constituyó la Fundación Osiris de Astronomía, presidida por Galperin, con el fin de fortalecer la continuidad de las actividades. A pesar de contar con solo tres docentes rentados, la propuesta llega a más de 8.000 personas por año gracias al protagonismo y la colaboración activa de los estudiantes, quienes asumen roles de guía, coordinación y liderazgo en las actividades públicas. Para muchos, Osiris es más que un espacio científico: es una comunidad que habilita vocaciones, responsabilidades y aprendizajes colectivos.



Una experiencia que marcó la historia del programa: el eclipse total de 2019


Entre las múltiples actividades desarrolladas en dos décadas, una experiencia ocupa un lugar central por su dimensión pedagógica y humana: el eclipse solar total del 2 de julio de 2019. Un año antes del evento, Galperin viajó a San Juan junto a dos astrónomos para identificar cuál sería el mejor punto de observación pública. Ese trabajo permitió a la provincia planificar la logística necesaria para un encuentro multitudinario. En paralelo, Osiris preparó charlas y materiales educativos para escuelas locales y visitantes.

Cuando llegó el día del eclipse, 40 estudiantes y docentes de El Bolsón viajaron más de 1.600 kilómetros para presenciar el fenómeno. El sitio elegido reunió a más de 10.000 personas. Para muchos estudiantes, fue su primer eclipse total: el descenso abrupto de la luz, el silencio colectivo, la corona solar visible a simple vista. La experiencia se volvió inolvidable. La observación no solo fue un hito científico, sino un momento fundante para el grupo. Consolidó la idea de que la astronomía no se enseña solo en el aula: se vive, y que la observación compartida puede transformar la relación de los jóvenes con el conocimiento científico.

Actividades y propuestas que llegan a miles

A lo largo de los años, el programa desplegó una amplia variedad de experiencias:

•    Charlas masivas para escuelas.

•    Observaciones nocturnas abiertas a la comunidad.

•    Fiesta del equinoccio en El Bolsón.

•    Concursos artísticos con temática astronómica.

•    Funciones de planetario móvil.

•    Encuentros de Jóvenes Astrónomos (EJA) con cientos de participantes.

•    Producción audiovisual en redes sociales (@astroosiris).

•    Proyectos de impacto internacional, como la investigación sobre contaminación lumínica finalista del Zayed Sustainability Prize 2023 en Dubái.

•    Propuestas recientes como el curso de asesoramiento pedagógico para acompañar el eclipse del 2 de octubre de 2024, que culminó con cientos de estudiantes observándolo de forma segura.


Esta diversidad de acciones evidencia la capacidad del programa para articular ciencia, comunidad y creatividad, manteniendo un vínculo constante con docentes de la región y de otras provincias que toman sus propuestas como referencia.



Mirar hacia adelante


El período 2025–2028 presenta desafíos claros: sostener la continuidad de los dos grupos Osiris, ampliar el alcance del enfoque topocéntrico en nuevas jurisdicciones educativas y alcanzar mayor reconocimiento institucional que permita participar en iniciativas nacionales e internacionales acordes a la trayectoria del programa.

Para Galperin, el sentido del proyecto es sencillo y profundo: “El cielo está allí arriba todos los días, pero no siempre somos capaces de abrir los ojos”. Esa frase sintetiza una propuesta que enseña a observar, a hacerse preguntas y a encontrar en el cielo cotidiano una puerta de entrada al conocimiento científico y al desarrollo personal.

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