Azahara Zayn notó que había falta de conexión entre familias debido a las diferencias generacionales, es decir, entre el mundo de los niños y el de los padres y/o abuelos. La docente española vivenció que en las generaciones actuales hay actitudes disruptivas, de falta de comunicación y de malos entendidos, por lo que se necesitaba un espacio que lograra unir ambas generaciones.

Para ello, puso todo su conocimiento y creatividad al servicio de la creación de un proyecto que pudiera aplicarse en cada colegio del mundo. Todo sería a partir de plantar una semilla.

“Movimiento Huertishi” nace durante 2019 en el colegio Nueva Jarilla, en Cádiz, España. Surge con la idea de que estudiantes y familias se conecten mediante el medioambiente, la transferencia de valores, conocimientos y empatía por el planeta Tierra.

El aprendizaje en un entorno natural es un proceso social que, con iniciativas, riesgos y nuevas experiencias, permite interpretar la realidad desde otro espacio. El huerto proporciona la ocasión para que los estudiantes tomen decisiones y realicen acciones plausibles para generar un cambio.

Según su visión, el “Movimiento Huertishi” se desprende desde una “Metodología viva”, que está en constante construcción. En este tipo de actividades alumnos, docentes y familias son los actores que posibilitan la formación, transformación y continuidad del proyecto.

Este proyecto permite trabajar el currículum desde temáticas como: el respeto al medioambiente, análisis de los elementos que la componen, investigación sobre problemáticas ambientales, el consumo saludable, la responsabilidad y el compromiso. Por otro lado, fomenta actividades cooperativas.

Además, Azahara logró que el proyecto contara con la posibilidad de incluir un aspecto tecnológico. Para ello utiliza microbit: mediante sensores logran medir la temperatura de la tierra y así producir un mejor cultivo. “Es como engañarlos metiendo su mundo en el del huerto”, explica.



La idea permitió que los alumnos cambien la percepción que tenían sobre sus abuelos, ya que, en un primer momento, no creían que pudieran obtener ningún conocimiento de los mayores puesto que estos no estaban a la vanguardia de la tecnología. “Ahora, una abuela viene a explicarles porqué el ajo se siembra de determinada manera y los alumnos la escuchan con atención”, detalla.

Según Zayn, el “Movimiento Huertishi” es una “excusa perfecta” para que los más chicos escuchen de los mayores, los conocimientos que ellos tienen para ofrecer. Además, padres y abuelos pueden aprender a utilizar un microchip, por ejemplo, para medir la temperatura del agua.

Con el fin de unir puentes generacionales y reinventarse en tiempos de confinamiento, Azahara comenzó a formarse y trabajar con las herramientas que ofrece Internet. Presentó su idea a la Academia de Google, y a pesar que llevaba un proyecto que en apariencia nos alejaba del mundo tecnológico, aprobaron la candidatura y pudo expandir su iniciativa.

Con poco más de dos años logró recorrer gran parte del mundo. Escuelas de Argentina, Alemania, Francia y Estados Unidos se unieron a la propuesta.

A cada persona que se suma, le envían un sticker de Zan y Googlishi, las mascotas guardianas del proyecto, junto con una bolsa de tela con semillas autóctonas para el primer huerto. Como en Latinoamérica no pueden despacharse, creó unos lápices sembrables, que pueden utilizarse para escribir y una vez terminados de usarse, se siembran.



Los huertishis originados a lo largo del mundo son de lo más variados. Hay centros que han sembrado en bidones, en ruedas de vehículos y hasta en zapatos. A través de la Web del movimiento, Azahara ofrece consejos básicos para la siembra y expone en un tutorial cómo hacer macetas. El alumnado investiga sobre las diferentes hortalizas, el origen de las plantas y el mejor momento para sembrar las semillas.

El gran objetivo de Azahara Zayn es que "se ponga de moda cuidar nuestro planeta y sembrar”. Para ellos cree que es necesario que ideas innovadoras surgidas desde el aula logren repercusión y se expandan cada vez más. “Lo que me interesa no es que mis alumnos sean solamente brillantes, sino que puedan ser brillantes personas”, asegura la docente.